El Poder

En este apartado de la web (y en otros posteriores), quien la visite podrá encontrar abundantes materiales con los que completar las casillas de la constelación del poder franquista en la ciudad. Una constelación donde los diferentes apartados (poder económico, político, militar-judicial, eclesiástico y cultural) lejos de ser compartimentos aislados configuran una amalgama polimórfica.

Por poner un ejemplo, la guardia pretoriana que compone el poder político del Ayuntamiento, la Diputación, el omnipotente y omnipresente Gobierno Civil y la Falange (Joaquín Manglano i Cucaló de Montull , José Antonio Gómez Trenor, José Zumalacàrregui, Adolfo Rincón de Arellano, Francisco J. Planas de Tovar o Ramón Laporta), además de participar en muchos casos del poder político y aprovecharse descaradamente de la carestía y el estraperlo, conviven en harmonía con la oligarquía económica y terrateniente proveniente mayoritariamente de la Derecha Regional Valenciana (DRV) y del carlismo a pesar de que los arribistas de Falange ocupan cargos en la administración y los sindicatos.

Una oligarquía que incorpora, por convicción o conveniencia, la camisa azul y el brazo en alto y que saca todo el jugo de su adhesión al régimen, una vez conseguida la aprobación de los minuciosos informes de pureza ideológica hechos por la Falange. Los Sánchez de León, Antonio Noguera Bonora ( presidente de la CIIM3), Manuel Casanova Llopis , Noguera Pla , Rafael Cort, Ramón Gordillo, Juan e Ignacio Villalonga , Vicente y Luis Casanova Giner, José Galindo, Pablo Carrau, Ignacio Boluda, Valeriano Jiménez de la Iglesia, Tomas Trenor Azcárraga, José Serratosa Nadal, Carlos Hernández Lázaro , José Mª Mayans Sequera y un largo etcétera, repleto de apellidos conocidos, confraternizan con el poder político, en el que ocupan también puestos relevantes, y, desde luego, con el poder militar, judicial y eclesiástico. Un augusto y fascista corifeo lleno de sagrada tradición carlista, aristocratismo y oligarquía.

Son los vencedores y el mundo de la cultura (el Centro de Cultura Valenciana, la prensa del Movimiento, Las Provincias o la Asociación de la Prensa Valenciana) se encargan de proporcionar una pátina de legitimidad. Políticos, empresarios, militares, jueces, prohombres de la cultura, hombres de iglesia (el ínclito Marcelino Olaechea) y factótums de una prensa y radio absolutamente controlada, cantan todos a una voz para ofrendar nuevas glorias a Franco, hacer negocios y dejar bien patente quien había ganado la guerra.