El franquismo –y muy especialmente los primeros años- fue una “larga paz incivil”. La persecución, el castigo y la violencia contra “el enemigo” fueron sus piezas básicas, centrales y estructurales. Una violencia contundente, implacable, permanente, sistemática e institucionalizada. Justo un año antes de terminar oficialmente el estado de guerra (1948) se aprobó el Decreto Ley sobre represión del bandidaje y el terrorismo que daba “cobertura” jurídica para legalizar la persecución. Fueron los años de la “gran represión”, de los masivos consejos d guerra, los fusilamientos, los miles de presos, las responsabilidades políticas, los trabajos forzados en los campos de trabajo y las depuraciones laborales.
Como el volumen de prisioneros fue extraordinario y creció exponencialmente en un espacio muy breve de tiempo, hubo que improvisar nuevos espacios eufemísticamente denominados “espacios habilitados”. Un gran número de edificios sin ningún tipo de acondicionamiento, sirvieron para amontar personas. A las prisiones existentes y los calabozos municipales se añadieron escuelas, campos de futbol, plazas de toros, palacios, mansiones o edificios industriales.
El hacinamiento masivo, la alimentación insuficiente, las pésimas condiciones higiénicas y sanitarias, los parásitos y las enfermedades fueron moneda corriente. Por esas prisiones pasaron, además, mujeres condenadas por adulterio o prostitución clandestina, así como homosexuales después de la aprobación de la Ley de Vagos y Maleantes) y pequeños estraperlistas. Las víctimas (los rojos y las rojas) eran un conjunto heterogéneo. El cementerio de Paterna y la prisión de San Miguel de los Reyes se han convertido en los principales símbolos de la represión franquista de aquellos años.
Otro capítulo fue la utilización de los prisioneros políticos como mano de obra barata o casi gratuita. Por cualquier parte había “penados-trabajadores” y el “Pantano del Generalísimo” en Benagéber es, probablemente, el símbolo más presente en la memoria colectiva. La Ley de Responsabilidades Políticas (como también el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo) se aplicó con carácter general y las duras sentencias implicaban multas elevadas y la pérdida total o parcial de bienes. Para completar este compendio, señalar que las depuraciones laborales fueron generales y a afectaron a muchas profesiones, aunque tuvieron especial relevancia en la enseñanza.
La represión en la posguerra se caracterizó por su brutalidad y complejidad. La dictadura conjugó medidas, métodos e instrumentos y construyó una telaraña de la que era muy difícil escapar. Aquella larga posguerra fue la etapa más triste y despreciable de la ciudad de Valencia.
La Guía de la Valencia del primer franquismo (1939-1948), es un ambicioso proyecto editorial que intenta responder a la pregunta de qué sucedió en la ciudad de Valencia entre el final de la guerra de 1939 y la declaración del final del estado de guerra en 1948. Un intento de superar el silencio derivado del Pacto de la Transición (no cuestionar la esencia del relato franquista), de la “incomodidad” que aún hoy supone hablar de aquellos años y también de la dificultad de acceso a importantes fuentes documentales del periodo (materiales desaparecidos o dispersos).
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